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Entrevista a Ramón Portilla: "Subimos a las montañas para luchar contra nosotros mismos"
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16 de Febrero de 2016

Entrevista a Ramón Portilla: "Subimos a las montañas para luchar contra nosotros mismos"

Desnivel

Hoy es el cumpleaños de Ramón Portilla y aprovechamos para entrevistarle anoche en el programa de radio Al primer toque. Se habló un poco de todo: de Historias de bellas montañas, el libro que acaba de editar Ediciones Desnivel, y sobre todo de sus más de cuatro década de pasión por el alpinismo.

Juanjo San Sebastián describe así a Ramón Portilla en las solapas del libro que acaba de publicar: "Ramón es un tipo que, en ocasiones gracias a su instinto y en muchas otras gracias a los libros, nunca ha cesado de construir sueños que ha ido engarzando con maestría hasta conseguir un mosaico de viajes, escaladas, ascensiones y experiencias que guardan perfecta coherencia y armonía. Porque posee una característica que lo hace excepcional: es incapaz de trazarse un sueño sin ponerse de inmediato a caminar tras él". Mucho de esto se esconde entre las páginas de Historias de bellas montañas. Darío Rodríguez y Héctor Fernandez hablaron con él en el programa de radio Al primer toque.

 

¿Qué vamos a encontrar en este libro?
Es un libro de pasiones. Habla de sacrificios enormes que conducen a fracasos y de otros menores que terminan con éxito o reconocimiento. Es un libro que, sobre todo, está escrito con el corazón.

¿Qué lugar tienen en el libro los recuerdos difíciles?
Cuando echas la vista atrás hay de todo, momentos buenos y momentos duros. En el libro he hecho una selección de las montañas más bellas en las que he estado. Cuento cosas de los momentos más duros que pueden darse, como no volver todos de una expedición, y de otros mágicos en los que se consiguen sueños.

Si pudieses teletransportarte, ¿dónde irías?
A Nueva Zelanda, allí hay otras bellas montañas que me esperan para el siguiente libro.  

¿Y dónde no volverías?
No hay ningún sitio al que no volvería.

¿Ni siquiera los que te dejaron un recuerdo desagradable?
No, las montañas y los viajes no sin ni buenos ni malos, somos los hombres los que vivimos esos momentos. Muchas veces solemos decir que las montañas no se han portado bien con nosotros, aunque es solo una forma de hablar porque no tienen sentimientos. Están hechas de piedra y de hielo, somos los hombres quienes las subimos para luchar contra nosotros mismos. Nunca he pensado que no volvería a un sitio.

¿Cuál ha sido tu montaña más dura?
En el K2 he vivido momentos realmente tristes. No está en el libro, pero en la cara sur del Aconcagua también estuvimos a punto de no poder salir de la pared porque estábamos al límite de nuestras fuerzas. Son situaciones muy duras en las que te va la vida, el alpinismo no es un deporte en el que llega el coche escoba cuando las cosas se complican.

¿Uno se acostumbra a convivir con la muerte?
No, no te acostumbras, lo que pasa es que forma parte de esta manera de vivir. Las expediciones que he hecho siempre han sido con grupos pequeños de amigos y lo más importante para nosotros era volver todos. Con o sin la cumbre. Cuando ocurren desgracias te planteas si merece la pena y nunca la merece. Lo que pasa es que nosotros elegimos esa forma de vida y sabemos los riesgos que corremos. A veces me preguntan si compensa y les digo que en ese momento no, pero volvemos, y si lo hacemos es porque la montaña te da más de lo que te quita.

¿Qué es una montaña bella?
Son las montañas esbeltas y afiladas, las que dibujaría un niño. Perfiles que cortan el cielo, montañas a las que no se sube caminando, que hay que escalar. Lionel Terray dijo una frase bellísima del Cerro Torre: que es “La más bella convulsión geológica que la Tierra haya enviado hacia el cielo”. La belleza es subjetiva, pero sí hay un estética de montaña.


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