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Everest 1922. La historia del primer intento
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21 de Julio de 2022

Everest 1922. La historia del primer intento

Desnivel.com

Un relato dramático y cautivador del primer intento de ascensión del Everest protagonizado en 1922 por George Mallory y un equipo expedicionario inglés, que constituye una historia muy entretenida, rebosante de controversias, aventuras y dramas, a cargo de un plantel de personajes cautivadores y llenos de luces y sombras.

Aunque sigue siendo, sin lugar a dudas, la montaña más famosa del mundo, a lo largo de los últimos años la reputación del Everest ha cambiado de forma radical. Actualmente, la masificación de su ascensión —con largas colas de escaladores en la Pared del Lhotse—, las escabrosas historias de cadáveres congelados o los montones de basura que se acumulan a gran altitud en la montaña, no hablan a su favor. Pero las cosas no han sido siempre así. Hubo un tiempo en que el Everest era un lugar remoto, inaccesible y misterioso. Hasta 1921 ningún extranjero se había acercado siquiera a la montaña,  situada en la frontera entre Nepal y Tíbet, dos países cuyos gobernantes rechazaban de plano cualquier incursión por parte de extranjeros. En 1922, el grupo británico tardó dos semanas en viajar desde Inglaterra a la India, con otra semana más de viaje por tierra para llegar a Darjeeling y a continuación un mes entero para llegar hasta su campamento base. No tenían fotografías que les sirvieran de referencia y tampoco un GPS para hacer comprobaciones. El equipo de 1922 estaba compuesto por los primeros montañeros europeos firmemente determinados a escalar el Everest

Podría decirse que la expedición de 1922  fue muy importante ya que instauró el estilo de las grandes expediciones, con grandes equipos y numerosos campamentos, un estilo que persistiría durante las décadas siguientes. Marcó también el inicio del dilema sobre el uso de oxígeno; creó ese vínculo entre el pueblo sherpa y el Everest que se ha convertido en una auténtica marca global, y elevó a George Mallory a la categoría de héroe internacional, cuyas acciones y escritos son hoy parte crucial de la mitología del Everest. El autor de Everest 1922, Mick Conefrey se ha documentado en los diarios, cartas y diversos relatos, publicados e inéditos, para explorar las motivaciones y los dramas personales de sus principales protagonistas, detallar las vicisitudes que acontecieron entre bastidores, y descubrir las acérrimas rivalidades que subyacían tras aquella aventura.

Everest 1922. Los pioneros es, además, un libro muy ameno, con un enfoque periodístico que nos aporta datos, nombres, hechos y que a la vez pone el foco en lo humano. Cuenta curiosidades divertidas como que el gran innovador del material de montaña en la expedición de 1922 fue George Finch. Tenía extravagantes teorías sobre los efectos benéficos de fumar tabaco a gran altitud que nunca tuvieron trascendencia alguna, pero el traje de plumón que encargó antes de ir al Everest se ha convertido en el uniforme del montañero de altitud. Y es de agradecer que desmitifique un poco a Mallory ya que las figuras heroicas e intachables chirrían un poco. También cuenta con detalle los entresijos, todo aquello “invisible” que tiene un enorme peso a la hora de generar tensiones y en la toma de decisiones importantes en una expedición. Le da más  importancia al grupo en sí, que a cada uno de sus miembros, lo que cada individuo aportaba y hacía avanzar la expedición.

Casi cien años después, el impacto de la expedición de 1922 sigue percibiéndose en el Himalaya. El Himalaya de nuestros días, claro está, sería casi irreconocible para aquellos porteadores o escaladores de la expedición de 1922. Aunque, en un sentido muy literal, la de 1922 fue la verdadera «protoexpedición» del Everest, en los últimos tiempos se ha visto infravalorada, al concentrarse la mayor parte de la atención histórica y literaria en el segundo intento británico de 1924, y en su todavía controvertido desenlace.

Cuando terminas Everest 1922, tienes ganas de quedarte un rato más allí, con esas personas de carne y hueso que intentaban subir una montaña. Y quieres sumergirte en el intento de 1924 para lo que, por suerte, hay muchísima bibliografía. Ese es el cariño que le coges a los personajes y a su objetivo, a esos tiempos de valles silenciosos y mapas en blanco.


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