0 artículos
0 €

Noticias

Sergi Mingote se prepara para un año con cinco ochomiles
Compartir en:

18 de Febrero de 2020

Sergi Mingote se prepara para un año con cinco ochomiles

Librería Desnivel

El alpinista catalán viajará la semana que viene a Chile para aclimatar en volcanes de más de 6.000 metros de cara a una primavera en la que quiere ascender el Annapurna y el Makalu dentro de su proyecto 14×1000 sin oxígeno.

Ascender los catorce ochomiles sin oxígeno en mil días es el objetivo que daría a Sergi Mingote un récord mundial más que notable. La marca actual está en poder del coreano Mr. Kim, quien completó los Catorce sin oxígeno en 7 años 10 meses y 6 días… es decir, casi 3.000 días.

La cuenta de Sergi Mingote comenzó el 16 de julio de 2018 en la cima del Broad Peak y, desde entonces ya suma siete ochomiles. Esta primavera planea comenzar a tachar los otros siete que le quedan por el Annapurna y el Makalu. Para lograrlo, el alpinista catalán lleva a cabo una preparación exaustiva y cuidadosamente planificada, que empieza con los entrenamientos en montañas cerca de casa, continúa con una aclimatación amable en los Andes y termina con la logística austera que suele aplicar en sus expediciones.

Estás a punto de comenzar la temporada y retomar el proyecto 14×1000. ¿Cuándo y hacia dónde partes?
Salgo la semana que viene, el 19 de febrero, hacia Chile. Repetiré el proceso de aclimatación que realicé para el Lhotse el año pasado. La idea era reunirme allí con el chileno Juan Pablo Mohr, pero se ha lesionado escalando y no podrá ser. Iré con dos miembros de la asociación No Limits contra el cáncer infantil (Juan José Cordo y Chemo Burruezo) y con los alpinistas Carlos Garranzo, Jordi Gual y Pepe Pardo. Queremos escalar varios volcanes de entre 6.000 y 7.000 metros de la zona de Atacama, como el Copiapó (6.052 m), el Ojos del Salado (6.893 m) y la travesía del Tres Cruces (6.748 m). La intención es aclimatar y además hacerlo en un lugar más fácil, ya que está en el hemisferio sur.

Una vez completada la aclimatación, ¿qué sigue?
Vuelvo a casa el 5 de marzo y me quedo hasta el día 28, cuando cojo un vuelo hacia Nepal para intentar enlazar el Annapurna y el Makalu, con dos compañeros con quienes ya he compartido expediciones anteriores como son Carlos Garranzo y el italiano Mattia Conte.

¿Cuál es el plan?
Intentaré ascender el Annapurna antes de finales de abril y después iré al Makalu. Como siempre, por rutas normales, en estilo ligero y sin oxígeno.

Será duro…
Será un año duro, porque contemplo ascender cinco ochomiles y, después de los siete que ya llevo [tres en 2018 y cuatro en 2019], tenemos que ver cómo responde el cuerpo, porque nadie ha hecho algo así nunca.

¿Cuáles son los otros ochomiles del año, además de Annapurna y Makalu?
El 15 de junio me iré al Gasherbrum I, el último que me queda en Pakistán; descansaré en agosto, y en otoño intentaré dos más: el Cho Oyu y el Kangchenjunga.

Un programa bastante intenso para este 2020.
Será un año muy apretado, no solo en las montañas, sino también por la promoción de mi libro A Pulmón (ed. Desnivel, 2019), que está funcionando muy bien, conferencias, charlas en institutos, coaching… Estoy contento, porque esta es mi manera de ganarme la vida, pero el nivel de exigencia es alto y también tengo que encontrar los momentos para poder entrenar.

¿Cómo te encuentras físicamente?
Las pruebas físicas están saliendo muy bien. Tengo unas pulsaciones en reposo de 36, que hacía mucho tiempo que no las daba. Creo que mi cuerpo se está volviendo más económico. Pero tengo que ir con mucho cuidado, porque la salud es fundamental. La aclimatación en Chile me irá bien para ir luego al Himalaya en condiciones óptimas.

Hablemos de tu primer objetivo: el Annapurna está considerado el ochomil más peligroso. ¿Sientes algo de miedo, respeto…?
Respeto, siempre. No hay que perderle nunca el respeto a la montaña, es muy importante. El Annapurna es una montaña muy peligrosa y estoy valorando la posibilidad de ir por una variante para salvar la zona con más exposición por la misma vertiente de la ruta normal. También soy consciente de que si quiero enlazar dos ochomiles en primavera, tendré que subir al Annapurna antes de que acabe el mes de abril. Y luego ir en un estilo más alpino al Makalu.

¿Qué quieres decir con estilo alpino?
Cuando empalmo dos ochomiles, en el segundo siempre intento ir lo más rápido posible, saltando campamentos de altura. En el Makalu –donde por cierto se nos unirá Íñigo Castiñeyra– tengo previsto ir directamente del CB al C2, de allí al collado del Makalu La y a la cima. El objetivo es intentar llegar con la máxima energía posible. Por eso intento llevar una planificación muy cuidadosa. También procuro evitar que otras expediciones puedan ralentizar mi ritmo durante el ascenso, por ejemplo haciendo la primera cima de la temporada, como ya hice en el Dhaulagiri, el Manaslu, el Broad Peak o el Nanga Parbat.

En ese sentido, la logística cobra mucha importancia. ¿Es la parte más compleja?
La logística siempre es compleja, pero el proyecto es muy austero y personal. Básicamente, yo me encargo de mi propia logística de ascensión y de mi material. Intento ir lo más ligero posible y ser rápido. La velocidad también es seguridad. Seguiré el modelo de los siete primeros ochomiles que ya he hecho, pues tener esa experiencia es importantísimo.

¿Y la logística de campo base?
Contrato los servicios de campo base y ya está.

Tu proyecto es único y con mucha diferencia respecto al tiempo que otros tardaron en completar los Catorce. ¿Por qué crees que nadie lo ha hecho antes?
Hay muchas cosas que no se hacen por lo que se pensaba antes desde la perspectiva de la fisiología humana. Se pensaba que el cuerpo no recuperaba tan rápido y que, entre dos ochomiles, había que descansar un tiempo determinado… Se van rompiendo modelos y estoy seguro de que lo que hacemos ahora de aquí a unos años se hará más rápido y con un estilo más minimalista. Los límites solo están en la cabeza.

Por otro lado, tengo que decir que los 1.000 días son solamente un número redondo que tampoco hace falta que sea estrictamente ese. Si lo hago en tres o cuatro años o en 1.200 o 1.400 días también estará bien. El récord de Chang-ho Kim está en 7 años 10 meses y 6 días… Lo más importante es demostrar que el alpinismo sin oxígeno a más de 8.000 metros existe y reivindicar que es posible ir rápido y enlazar cimas. Es enfrentarse a la montaña de una manera más limpia; es algo bonito, sostenible y limpio. Eso sí, sin oxígeno es todo más difícil, más lento, más frío… y eso me motiva, me pone a prueba.

Hoy en día encontrarse a genet que piense como tú no es habitual en los campos base de los ochomiles, con mucha gente inexperta y con oxígeno. Por ejemplo, Nirmal Purja ha realizado un proyecto parecido pero con un estilo totalmente diferente. ¿Qué piensas al respecto?
Hay que ser respetuoso con todos los proyectos. Tengo muy buena relación con Nims y lo respeto mucho porque fue honesto desde el principio y eso es algo que a menudo echo de menos.