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«El filo de la vida», la historia de la madre de Alex Honnold
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16 de Febrero de 2020

«El filo de la vida», la historia de la madre de Alex Honnold

Pati Blasco

Este libro no es solo una historia de escaladas y retos. Tampoco es la historia de una madre que cuenta desde el banquillo la vida de su hijo, el escalador Alex Honnold. Es la historia de una mujer, Dierdre Wolownick, desde su niñez a su edad madura, con todos los ingredientes de la vida. Y en esta historia están las raíces para entender el talento, la fortaleza mental y el valor del escalador Alex Honnold.

Empezar a escalar con tu hijo a los 58 años, fuera de forma, a pesar de que hacía varios años que había empezado a correr, acostumbrada a pasar los días frente al ordenador o en clase o haciendo las tareas domésticas… puede parecer una locura, y en realidad fue un despertar a una nueva vida.

Dierdre Wolownick le pidió a su hijo Alex Honnold que la llevara al rocódromo donde él entrenaba. Un episodio de tendinitis estaba impidiéndole escalar durante algún tiempo, así que le pareció un momento apropiado para empezar a preparar su modesto objetivo: comprender qué era lo que Alex hacía.

Aprender el lenguaje de la escalada, de manera que cuando él volviera a casa después de alguna de sus aventuras y le contara emocionado todo lo que había estado haciendo, ella fuera capaz de entender de qué estaba hablando, para poder formar parte de su vida de un modo más completo.

¿Cómo sería que tu hijo te enseñara a escalar? Es algo de lo que trata «El filo de la vida» de una manera entrañable: el cambio de roles, la confianza y la curiosidad por entender los mundos de tus hijos, en lugar de juzgándolos desde tus prejuicios, sumergiéndote en ellos con apertura.

Dierdre comienza a escalar para luchar contra el miedo que le da que su hijo escale, y la escalada acaba formando parte esencial de su vida y también de su relación con Alex.

Todas las madres tienen recuerdos que destacan. Para Dierdre Wolownick ver a su bebé de diez meses con su pijama de forro polar, de pie en el aire, a dos metros del suelo, aferrando su peluche azul y mirando tranquilamente hacia los otros patios por encima de las vallas, explorando el barrio. Sin duda, se convirtió en un recuerdo al que regresar en muchas ocasiones.

Acompañar a Alex en su crecer no fue tarea fácil. A lo largo de El filo de la vida, te desvela muchas cosas sobre ese niño inquieto y solitario, y sobre todo acerca de sí misma.

Es hermoso ver cómo ella se coloca ante las decisiones de sus hijos, ya que es lo único que está en su mano: «Siendo una madre, mi misión era imaginar –es decir prever– y prevenir. Pero debía intentar olvidarme de aquella misión e intentar encontrar otro papel, otra forma de ver la importancia, la belleza de lo que Alex se esforzaba en hacer.