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ENTREVISTA: Javier Arruga, creador de incertidumbres
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27 de Noviembre de 2012

ENTREVISTA: Javier Arruga, creador de incertidumbres

Pati Blasco

El aragonés, ganador del Premio Desnivel de Literatura 2012 con la novela De la montaña y el amor, nos habla de dudas y montañas, de viajes y escritura. Abre una puerta a la esperanza y la perseverancia y se muestra tal y como es: irreverente, escritor, reflexivo caminando hacia el instituto sin saber aún si va a impartir las clases o a escucharlas…

¿Qué sentiste al ganar el Premio Desnivel?
Si te digo la verdad, yo sabía que lo iba a ganar, como siempre supe que sería escritor… por eso, al margen del subidón y de que fuera la llamada que llevaba esperando toda la vida, pues nada más colgar, pensé, en lo que es además una metáfora muy montañera, que este premio no era más que un hito en el camino, un largo camino empinado que continuaba ascendiendo; aunque claro, caminaba ya con la seguridad de estar en la senda correcta, que no es poco.

Antropólogo, escritor, profesor, montañero, viajero... en cuál de todos te sientes más tú?
Bipadre, monomarido… pero sí, respondiendo a tu pregunta, pues es que yo siempre soy muy yo, en todas las manifestaciones, hasta demasiado… de hecho, me gustaría que la realidad penetrara más en mí, ser más permeable… es mi problema… ahora, no desespero de calarme un día hasta los huesos.

De la montaña y el amor estuvo mucho tiempo guardado en un cajón cuenta, cuenta...
Pues sí, casi seis años… si hubiera sido un bebé, le habría dado tiempo a empezar primaria… sí, lo moví poco y mal y desistí… tampoco tuvo suerte… de hecho, por este premio pasó sin pena ni gloria en el 2006… no obstante, trascurrido un tiempo, lo retomé y lo trabajé… las novelas hay que trabajarlas mucho… entonces decidí pelearlo. Siempre creí en esta novela. Los amigos lectores, además, decían que les había gustado más que otras cosas que sí que había conseguido publicar. Moraleja: hay que perseverar.

No es tu primera novela, háblame de las otras…
Pues estoy metido en una trilogía de viajes a pie por Aragón. Tengo publicadas las dos primeras entregas (En el país de los cucutes. Un viaje a pie por los Monegros y Primavera en la Guarguera. Un viaje a pie por el Pirineo aniquilado). Es literatura de viajes, aunque con un fuerte contenido emocional y mucha, muuuucha ficción; por eso, sí, prefiero denominarlas novelas, que es un concepto tan amplio como proteico.

¿De donde nace tu afición por escribir?
Yo creo que tiene que ver con el tipo de inteligencia que poseo. A mí, frente a asimilar o reproducir, se me da bien crear, elaborar libremente. Y por eso acabo haciendo aquello para lo que estoy más dotado; por mera eficiencia. Pero claro, habrá otras variables, aunque no he conseguido rastrearlas hasta su origen.

¿Y tu pasión por los viajes y la montaña?
Lo de los viajes viene de una segunda familia que tengo en Toulouse. Un verano me fui con ellos en furgoneta a Portugal y recuerdo que en una playa, durante un atardecer memorable, vimos a decenas de personas tirando juntas de unas redes para celebrar una cena con lo pescado entre todos. Viendo aquello decidí que yo, de mayor, viajaría. Y lo de la montaña viene también del sur de Francia. Durante unos campamentos subimos a un monte y en la cima vimos el mar de nubes bajo nuestros pies. En aquella ocasión comprendí dos cosas: que no existía el cielo en el sentido de más allá, pero que sí existía el cielo en la tierra. ¡Eran las montañas!

Háblame del libro ganador, De la montaña y el amor ¿Qué querías contar?
Quería contar dos cosas, por eso hay dos historias entrelazadas. En la del K2, quería hablar de esos años de la adolescencia que se te quedan marcados a fuego; imagino que para entender mejor lo que pasaba por nuestras mentes durante esa época tan convulsa como maravillosa. En la historia ambientada en Nepal, sin embargo, quería exorcizar mis propios fantasmas personales. Pasar de niño a hombre no es fácil; pero pasar de hombre a padre tampoco.

Varios miembros del jurado han afirmado que eran situaciones y diálogos muy realistas ¿Era esa tu intención?
¡Por supuesto! Pero claro, no las tenía todas conmigo. Algunos primeros lectores opinaban que eran demasiado "chelis"; aunque yo siempre las defendí… te puedes imaginar lo que supuso para mí escucharlo de boca de Portilla. Fue una grandísima recompensa.

¿Pero has estado en algún ochomil? ¿Qué opinas de ese tipo de expediciones a grandes montañas?
Me he quedado en un seismil facilito, en la India. Durante unos años me lo planteé, pero seguramente no con suficiente deseo. Ahora creo que ya no es el momento. Tendría que haber aprovechado los años en que estaba fuerte… aunque siempre tuve el hándicap de la escalada en roca. Yo soy muy zaforas para las cosas técnicas. Es una pena. Y respecto a las expediciones… Una cosa sí que tengo clara. No me gusta que me lleven. Prefiero hacer lo que yo sé, solo o con amigos, que ir ayudado. Eso me deja mal cuerpo. Ahora, mejor una expedición comercial al Everest, que ir a cazar elefantes con la gallata…

Cuál sería tu viaje perfecto.
Te podría responder que el viaje perfecto es un viaje sin retorno; pero ahora estoy más en la clave de esa canción de Brassens. "Feliz quien, como Ulises, ha hecho un largo viaje… y ha encontrado el pueblo de los verdes caminos"… no sé exactamente a qué se refiere, pero él está enterrado en Sète, su pueblo natal, cerca de Montpellier.

¿Los viajes hacen más grandes a las personas?
Sí, más anchos por lo menos… pero no se te olvide que Kant nunca salió de Konigsberg… y fíjate si llegó lejos.

¿Sobre qué o quién te gustaría escribir tu próximo libro?
Sobre mil cosas… sobre el maquis, sobre el advenimiento de la III República, sobre Unamuno, sobre el Atlas marroquí… sobre el drama de los adolescentes con problemas académicos, sobre Chico Mendes… ideas tengo, pero necesito un mecenas.

Mi libro favorito sobre montaña y viajes es...
Into thin air, de Krakauer… también Into the wild, del mismo autor. Pero un relato fascinante es la traición a Bonatti en el K2 (K2. Historia de un caso del propio Bonatti) o Annapurna, primer ocho mil. Y luego está el tuyo... o el de Eider Elizegi, que incorporáis la parte femenina o emocional… es una literatura más sensible. Ya vale de tanta testosterona!

¿Dirías que todos estamos siempre en una encrucijada por resolver, como uno de los protagonistas de tu historia?
Si te fijas en los cuadros de Tapiès, a menudo hay unas huellas y unas cruces. Yo, al homo viator, lo entiendo como un hombre que se cuestiona toda su existencia permanentemente.

Y eso que afirmas de que nos quedamos anclados en la adolescencia…
En algún lugar leí que eres de donde pasas la adolescencia… y es verdad. Por algo será, ¿no? Fíjate que yo, algunas veces, salgo de casa y pienso que me encamino al instituto… pero de alumno!!!!

¿Crees que las montañas y los viajes son un buen escenario para las dudas?
Si te digo la verdad, yo preferiría no tener tantas dudas. Y perdona la ordinariez, pero dejando viajes y montañas al margen, en esto me pasa como a mi admirado Albert Pla, que solo lo tiene claro delante de un coño.



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Javier Arruga, autor de "De la montaña y el amor"