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Juanjo San Sebastián: "Las montañas dan sentido a muchas vidas"
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23 de Febrero de 2011

Juanjo San Sebastián: "Las montañas dan sentido a muchas vidas"

Ana Fernández Soto

Con la nueva edición de Cita con la cumbre sobre la mesa, hablamos con Juanjo San Sebastián de montañas, expediciones, amistad, humildad y... vida: "Las montañas dan sentido a muchas vidas y nos hacen humanos".

El estremecedor relato de la tragedia que vivió el alpinista vasco Juanjo San Sebastián en el K2 en 1994, titulado Cita con la cumbre, cuenta ya con una nueva edición. En este libro, Juanjo San Sebastián, sin duda uno de los alpinistas más carismáticos de nuestro país, narra la tragedia de su ascensión al K2 en 1994, donde perdió a su compañero y amigo Atxo Apellániz durante el descenso, tras haber coronado juntos el segundo ochomil por altura del planeta. Una narración especial, que se ha convertido en uno de los relatos más significativos de nuestra literatura de montaña.

Comparable por su intensidad y dramatismo a Everest 1996 de Anatoli Bukreev o Tocando el vacío de Joe Simpson, Juanjo expone con gran fuerza narrativa la obsesión por una montaña, el K2, las expediciones que se sucedieron para alcanzarla, la cima, y sobre todo aquel trágico descenso. El vivac por encima de los 8.000 metros, la avalancha que lo separó de su compañero, sus graves congelaciones, el dolor y la muerte por agotamiento de su compañero Atxo Apellániz... Todo ello con una gran capacidad para enganchar al lector desde el principio.

Cita con la cumbre ¿es una historia de montaña?
No sólo. Es una historia que pasa en la montaña, pero que podría haber sucedido en cualquier sitio. Es una historia de amistad, de solidaridad, de perseverancia… creo que es también una historia sincera, en la que no se ocultan, ni se disimulan errores.

¿Qué supuso para ti la terrible experiencia del K2 que narras en el libro?
Supuso cerrar un período: el de las montañas altas en general y el del K2 en particular. Era mi cuarta expedición a la misma montaña. La primera fue como una carrera universitaria: aprendimos mucho. La segunda, la del espolón Cessen fue fantástica. A veces pienso que aquella debió de haber sido la última…
De todo lo que pasó en el 94 me quedo con una historia de solidaridad hermosísima: yo hice lo que debía subiendo a ayudar a Atxo. Sebastián de La Cruz y Ramón Portilla, además de jugarse la vida, hicieron mucho más de lo que puede exigirse a nadie.

Después de aquello ¿quisiste volver a las grandes montañas? ¿lo hiciste? ¿cuál fue la experiencia?
No sé si quise volver. Pero de hecho sí volví: Al Dhaulagiri y al Gyala Beiri. Creo que fue para comprobar que, efectivamente había una puerta que tenía que cerrar. Algo así como: "voy a ir ahí porque creo que no me va a gustar". Así fue.

Si alguna vez se te viene a la cabeza algún momento vivido en la montaña ¿cuál es?
Soy un optimista incorregible. Sólo me vienen momentos buenos: un vivac invernal con manzanas en el Midi; un atardecer en la cima del Capitán después de varios días en Zodiac; la cima solitaria del Mont Blanc, en una medianoche de septiembre con una luna muy grande y una tormenta de rayos alejándose del macizo, después de haber escalado la integral de Peuterey… esos son algunos de los mejores.

Qué es lo mejor y lo peor de la montaña
Lo mejor es o, al menos puede ser, también lo peor: soledad, riesgo, responsabilidad, autenticidad… como en la vida misma.

¿Qué opinas de los recientes rescates de altura en helicóptero?
En primer lugar, que son peligrosísimos. No es casual que el piloto que rescató a Juanito y Carlos Pauner en el Annapurna muriera poco más tarde en otra operación de rescate. Y tienen otros peligros: que haya quienes cuenten con ese medio para salir en el caso de no poder salir por sí mismos, o quien no sea consciente de que los helicópteros sólo pueden operar en determinadas condiciones de viento y visibilidad por mucho que uno los necesite…

En tu libro hablas de los medios técnicos de los que disponíais (walkie-talkie) cuando no se utilizaba todavía el teléfono móvil ¿cómo crees que han cambiado las expediciones y la forma de enfrentarse a ellas?
Hay dos cosas que han cambiado enormemente la vida de las expediciones: El teléfono satélite y el poder contar con predicciones meteorológicas precisas. Desde entonces, nada es igual. Yo tengo recuerdos magníficos de la llegada del "mail runner", del "cartero", con cartas de papel, postales y noticias en forma de recortes de periódico al campamento base. Cuando ha habido teléfono, lo he utilizado, pero me alegro de haber vivido aquella otra época.

El libro Los zarpazos de la montaña (Ediciones Desnivel, 2004) habla sobre la faceta oscura de la aventura: el sufrimiento de la familia que queda a la espera...
Cuando nos percatamos de que Atxo había muerto –lo cuento en el libro- no sentí nada. A veces las cosas son así; es como si nuestro organismo mandara en modo automático y nos dijera: "a lo que estamos ahora: a sobrevivir. Luego ya veremos…" entonces, con una frialdad que me sorprendió, olvidé a Atxo y sólo pensé en Nati. Y pensé que ni el K2, ni nada de lo que hacemos merece la pena. Son pensamientos inevitables en determinados momentos.

Y a pesar de todo... ¿por qué seguimos subiendo montañas?
Porque es bonito. Porque las montañas dan sentido a muchas vidas. Porque regalan sentimientos y emociones. Porque nos hacen humanos. Porque dan más vida de la que quitan.

¿Cómo ves la vida, lejos de las grandes montañas?
¡Espectacular!

Tu libro favorito sobre montaña y viajes es...
La montaña resplandeciente, de Tasker y Boardman, todos los relatos del Yukón de Jack London, ¡Eh Petrel!, Bájame una estrella, El sentimiento de la montaña

¿Qué enseña más, un buen libro o la montaña?
Lo que más enseña es la humildad, que es lo mismo que la disposición para "aprender de los que saben", como dice Kavafis en el Viaje a Ítaca. Porque hay gente que ya puede viajar, ya…

¿Los viajes hacen más grandes a las personas?
A las personas… humildes.

¿Debe completarse una aventura dos veces, una con el cuerpo y otra con la pluma?
Sería lo ideal: Viajar, ver, empaparse de paisajes y de emociones. Y luego escribir: ponerlo todo en orden, tomar consciencia de las cosas (y las personas) que vamos encontrando.
Es una combinación perfecta que yo no hago casi nunca.

Una cita especial...
"Las pasiones humanas son un misterio…" de Michael Ende.

¿Qué proyectos afrontas ahora?
En lo profesional, trato de moverme por el lado humano de una entidad financiera. Complejo ¿eh? En lo emocional, sin desligarlo totalmente de lo profesional (eso sí que es un lujo), quiero volver a escalar al Karakorum. Una montaña pequeña, bonita, sin complicación excesiva –espero- que tienen, prácticamente en su jardín, los mejores amigos que tengo en Asia.

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