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Entrevista a Ricardo Martínez Llorca sobre su novela 'Después de la nieve', finalista del Premio Desnivel de Literatura
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9 de Febrero de 2016

Entrevista a Ricardo Martínez Llorca sobre su novela 'Después de la nieve', finalista del Premio Desnivel de Literatura

Desnivel

Un personaje que escala en solo integral como expresión máxima de libertad. Una tragedia que le empuja a vivir como un indigente en la ciudad para 'pagar' la culpa. Así es el personaje protagonista de 'Después de la nieve', la novela finalista del Premio Desnivel de Literatura firmada por Ricardo Martínez Llorca.

Un periodista se acerca a la ventana de un pasillo de hospital y se fija en las huellas blancas que manchan los cristales. “Intento limpiar un poco esas impresiones de dedos utilizando la manga de mi jersey y descubro que no se han hecho desde el interior. Alguien ha plantado sus manos contra el cristal por la parte de fuera. Es extraño, dado que las huellas apuntan hacia lo alto y para estamparlas, tal y como están dibujadas, sería necesario asomar el cuerpo entero, exponerse a una caída, sacar los pies al vacío. Además, no soy el mayor experto, pero ese tono de polvo blanco, que en un principio pensé que se trataba de tiza, juraría que es magnesio. (…) Ya sé que es extraño, pero juraría que un guerrero de la roca, un profesional de la escalada, ha trepado por el exterior del hospital para colarse dentro a no se qué hora de la noche”.

Así arranca la novela Después de la nieve, finalista del Premio Desnivel de Literatura. Las huellas de la ventana las ha dejado Carlos Marín, un escalador de solo integral respetado por la comunidad montañera que ha decidido vivir como un indigente en la ciudad por ciertas razones dolorosas. Hablamos con Ricardo Martínez Llorca para conocer más detalles de este personaje con el que cierra un ciclo personal de escritura sobre la montaña y los ausentes.

 

¿Qué querías contar en Después de la nieve?
Quería reflejar el conflicto interior de un personaje y para ello necesitaba hablar de un trozo de su vida, en este caso la etapa en la que decide convertirse en un sin techo. Mucha gente cree que el amor es el gran tema que mueve el mundo y yo creo que es el miedo. El mayor temor que existe es a la propia vida, a las cosas que suceden en ella. Eso se traduce en una cosa tan aberrante como el sentimiento de culpa. Ese es precisamente el conflicto con el que vive el personaje de la novela. Se sabe que hay un miedo que oculta y que carga con un sentimiento de culpa, algo sorprendente en una persona que se ha dedicado toda su vida a hacer solo integral.

¿Qué representa para ti, y para la novela, el solo integral?
La montaña es un espacio simbólico de libertad y no se me ocurre nada más absoluto para vivirla que escalar solo con tus pies y con tus manos, me parece lo máximo. Muy pocas personas se atreven con el solo integral aunque muchos lo harían si supieran que no les va a pasar nada. Es de las modalidades de montaña más arriesgada, la que a todos nos gustaría poder hacer.

Carlos Marín, el escalador protagonista de la novela, se aleja de esa vida...
Lo encontramos en un momento en el que renuncia a reconocer sentimientos. Por eso se inventa una no vida como indigente. En su pasado, el personaje hacia cosas importantes en el mundo de la montaña, aunque fuera de los focos. No era tan mediático como Alex Honnold, pero en el circuito de montaña todo el mundo le admiraba. Se produce un cataclismo en su vida y vuelve a la sociedad como un no integrado.

Alex Honnold, Alex Huber, Alain Robert o Catherine Destivelle. Dentro de la trama de ficción has incluido muchos nombres reales de escaladores.
Los he incluido para darle verosimilitud al relato pero también como homenaje. Me gustaría que los que lean la novela y no pertenezcan al colectivo montañero se pregunten quiénes son estos escaladores, vayan a internet, busquen el nombre y sepan cómo viven. No obstante, lo más importante es darle verosimilitud a la novela para que la gente se pregunte si existe o no el protagonista.

Hay un juego de apellidos que conduce a lo mismo. ¿El Carlos Marín de la ficción es Edu Marín?
El apellido viene porque se vincula rápido con una relación de padre e hijo, que también existe en la ficción. Lo tomé prestado por el vínculo rápido que se hace con la idea de familia.

¿Por qué se retira de la vida el protagonista de la novela?
Las personas tienen miedo a las emociones de la vida. A la gente le da miedo sentir tristeza o una alegría que no entiende. Necesitamos sentirnos seguros, pero la seguridad no existe, solo hay incertidumbre. Algunos deciden llevar una vida gris en la que no tienen grandes alegrías ni tristezas.

Los personajes de tu novela hablan varias veces de un libro real, Lord Jim, de Joseph Conrad. ¿Qué significa?
Sí, la primera mitad de Lord Jim es mi novela favorita. Trata, a mi juicio, del infierno de tener conciencia, es decir, una serie de convenciones sociales tan arraigadas que las tomamos por valores morales y no tienen por qué serlo necesariamente; lo que ocurre es que no nos las cuestionamos. Lo “bueno” es ser valiente, es decir, protagonizar un acto heroico. Pero cuando tienes la oportunidad de hacerlo resulta que te comportas cobardemente. El protagonista de Lord Jim no deja de maldecirse por ello y toda su vida gira alrededor de esa falta. En Después de la nieve pasa un poco lo mismo: un personaje cree que debería haber estado donde no estuvo y se autoimpone un castigo.

Tú también has pasado por una vivencia parecida.
Perdí un hermano en la montaña, el que venía detrás de mi y cuidé toda la vida. Siempre he tenido la sensación de que me hubiera gustado estar ahí para ayudarle, pero no es posible controlar la vida de los demás hasta ese punto.

De hecho, la muerte de seres queridos en la montaña es un tema recurrente en muchos de tus libros publicados.
Mi libro Tan alto el silencio está centrado en un caso de pérdida de un montañero. Luego están las historias que publiqué en El precio de ser pájaro que hablan sobre las personas que sobreviven a gente que falleció en la montaña. En el libro Hijos de Caín hablo de quienes abandonaron sus deportes de riesgo para vivir una vida anodina y, en algunos casos, cambiarlos por otra veleidad. He explorado mucho el tema de qué hacían las familias y los amigos de montañeros después de que un suceso trágico les truncara la vida y quería cerrar el ciclo con un último personaje, el de montañero Carlos Marín de Después de la nieve.