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Vídeo entrevista a Tino Soriano: “La fotografía de hoy es puro fast food”
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19 de Mayo de 2016

Vídeo entrevista a Tino Soriano: “La fotografía de hoy es puro fast food”

Desnivel

Dice el chiste: hay un grupo grande de personas reunidas, alguien pregunta si hay algún fotógrafo profesional ¡y todos levantan la mano! Tino Soriano va a cumplir un cuarto de siglo con la cámara al cuello y reflexiona sobre el delirio actual en el que todos somos fotógrafo en potencia a la caza de 'me gustas' en las redes sociales.

Tino Soriano es fotógrafo y su cliente principal es National Geographic. Como buen freelance, cuenta, no le hace ascos a trabajar para cualquier publicación que tenga ganas de escuchar historias porque su profesión se basa en explicarlas. Su material de trabajo es una cámara más pequeña de lo que se espera protegida con un gorro de baño. “Me gusta llevar algo que no llame la atención y que no avise de lo que soy. No me gusta llevar pantalla porque no quiero disparar una foto y ponerme a mirarla, pierdo la concentración. Me gusta tomarla y no apartar la mirada hasta que la escena se ha disipado”. La Sociedad Geográfica Española le ha premiado este año por su trabajo.

 

¿Cómo se hace una buena foto?
La idea es estar a unos tres metros de los acontecimientos. Mi tipo de fotografía está muy ligado al ser humano y trata de explicar cómo funciona el mundo al resto del mundo. En ese sentido, los fotógrafos somos los mensajeros. La cámara te da cierta autoridad en el sentido de que la información la eliges tú y tienes que intentar ser lo más objetivo posible a pesar de que la objetividad total es imposible.

¿Por qué?
Cualquier comunicador manipula la realidad porque la explica desde su punto de vista. Cuando un fotógrafo intenta vender imágenes de destinos, a menudo se le pide que sean bonitas. Se entiende por ello que el tiempo sea ideal, los colores agradables, una situación en la que el visitante rara vez se encuentra. En el Caribe no ves esos cielos y esas palmeras y ese verde de las postales. Más bien suele estar nublado porque el tiempo es bastante bravo, hay veces que tienes que esperar varios días para que se de la situación de la foto. Todos los comunicadores explican un aparte de la verdad, nadie puede pretender tener la razón porque las cosas tienen muchas vertientes.

Dices que acercarse lo máximo posible a la situación que vas retratar ayuda a que el resultado sea mejor.
La mayoría de mis fotografías están tomadas con un objetivo de 35 mm y eso me permite estar a una distancia de entre 3 y 5 metros de la escena. Mi proximidad no solo es física sino psicológica. Claro que hay veces en las que uso un teleobjetivo, pero así no puedes enterate de lo que sucede. Otra cosa es que utilices ciertas ópticas por temas de producción, no puedes ponerte a tres metros de animales salvajes o entrar a un campo de fútbol a perseguir jugadores por mucho que expliques que estás buscando una distancia psicológica.

En muchas historias que quieres explicar es muy importante que uno pueda escuchar lo que se habla, ver y captar las sensaciones, el lenguaje de los ojos. También es muy importante que pases desapercibido en la situación. Lo realmente difícil no es tomar la foto, sino todas las maniobras que haces para poder tomarla.

Una vez en esa posición ideal. ¿Cómo se hace?
¿Por qué es tan difícil hacer una buena foto? ¿Y vivir de la fotografía? Precisamente por esa sencillez: no todo el mundo consigue estar a tres metros. Una vez allí, no todo el mundo puede evitar ser el centro de atención. Aun con todo eso a tu favor, no todo el mundo consigue que la fotografía trascienda los límites de la mera descripción para pasar a tocar el alma del espectador.

¿El desarrollo tecnológico ayuda a hacer mejores fotos?
Muchos de mis alumnos vienen con equipos tremendos que no saben utilizar. El último modelo de lo que sea solo significa que puedes pagártelo. Aprender fotografía no es un tema de dinero, es un tema de tiempo, como todo.  

Pero sí es cierto que la tecnología ha conseguido que haya muchas más cámaras en manos de muchas más personas.
La fotografía no ha cambiado, solo lo ha hecho la maquinaria. La fotografía se ha democratizado pero no creo que haya aportado demasiadas cosas buenas ni malas. Como bueno, hay personas que antes no podían acceder a los grandes medios de comunicación porque vivían en áreas alejadas. Ahora son visibles porque si un fotógrafo está viviendo en medio de Pakistán, por ejemplo, su trabajo se verá como cualquier foto de un profesional consagrado. La parte mala es que se genera mucho ruido, el 99% de las fotos que se hacen no valen para nada, solo para compartirlas en las redes sociales o para recuerdo personal. No aportan nada a la historia del mundo, la fotografía de hoy es puro fast food.

¿Eres un detractor de las redes sociales?
La gente toma fotos de manera compulsiva sin pensar si molestan, si es oportuno, si valen par algo. Uno toma las fotos igual que si respirara: se hacen, se suben y se consiguen un montón de likes. La buena fotografía está muy contaminada, uno puede ver miles de fotos, los postres que se toma el fotógrafo, su chica, su hijo... La persona que se quiere dedicar a la fotografía tiene que plantearse que debe explicar al mundo algo más de lo que hace a cada segundo. En las horas que dedicas a promocionarte en las redes, que no suelen ser menos de dos al día, dejas de estar concentrado en pensar en las fotografías. Dos horas multiplicadas por los días que tiene un mes son 60, más de una semana laboral en la que el fotógrafo hace el paripé delante del ordenador.

Otro peligro es que el fotógrafo acaba haciendo lo que le gusta a los lectores si no tiene claro su lenguaje. Ellos no siempre tiene un criterio adecuado, sencillamente porque no han estudiado fotografía, pero, a veces, el número de likes es un factor que condiciona. Con una puesta de sol tengo diez veces más likes que con una imagen complicada, que explica cosas, que ha sido difícil de tomar. La gente actúa de modo compulsivo y quiere que le regalen la vista.  

¿Entonces tú tienes perfil en alguna red social?
Yo selecciono muy bien mis redes. Solo tengo un página de Facebook porque la gente que me sigue es de mi campo y la información que me aportan es fotográfica. Muchas veces me dan sugerencias y caminos que me sirven. A Instagram no le veo la gracia, creo que lo único que hace es entretener al millón de personas que te siguen; en Twitter no veo la necesidad de expresar mis opiniones. Todo ha cambiado mucho. Cuando yo empecé en Facebook coincidió con las primeras manifestaciones de los indignados y la gente era muy solidaria. Ahora pones una noticia política y la gente está tan quemada que ni opina. Ya no se preocupa nadie de los temas sociales, la gente está empachada de realidad. Por eso el papel del fotógrafo es importante, para no dar más de lo mismo. Para destacar dentro de la fotografía hay que ofrecer un menú diferente. Las personas que empiezan quizá no tienen la madurez suficiente para entender que el gusto de la mayoría es una sentencia de muerte. Hay que tener una gran personalidad para decir que aunque algo no interese a nadie, vas a hacerlo.

¿Cualquier tiempo pasado nos parece mejor?
Antes era más fácil hacer fotos porque, al no haber tanta gente irrumpiendo en la vida de los demás, quedaba caro cuál era el papel del fotógrafo. Ahora compites con todo el público que hay alrededor porque todos quieren tomar una fotografía. Es como el chiste: hay una masa de personas y alguien pregunta: ¿Hay algún fotógrafo profesional? Y todos levantan la mano. Hemos ido a peor porque cuando la gente ve que te desenvuelves bien y te colocas en un lugar para tomar una foto, diez personas se ponen delante de ti para utilizar tu encuadre y tu posición.

Es desagradable hacer fotos porque es una lucha contra gente que juega a ser profesional. Por otro lado, la gente a la que apuntas no era tan desconfiada antes. Ahora te preguntan dónde vas a colgar la foto, quién eres... Al mismo tiempo, la fotografía digital permite experimentar y tiene un gran rango de difusión. Hay que vivir el presente y adaptarse. Al que no lo hace le pilla el meteorito y le deshace.


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